I Encuentro de Jóvenes Analistas de Conducta (1/2)

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El pasado sábado 15 de marzo asistí al I Encuentro de Jóvenes Analistas de Conducta, celebrado en un enclave privilegiado de la ciudad de Sevilla, el Centro Cívico Las Sirenas. Lo organizaba SAVECC, y el éxito del mismo no hubiese sido posible sin la minuciosa gestión de Marianela S. Gil y Carmen Caballero, que más detalles no pudieron tener con los asistentes. Voy a intentar dar mi impresión sobre el mismo desde dos puntos de vista, el profesional y el personal, aunque ni yo mismo me crea esta dicotomía ficticia que hago.

El plano profesional

Desde el punto de vista profesional, fue sencillamente apasionante. Un puñado de estudiantes exponiendo desde sus inquietudes por la ciencia y la divulgación hasta sus prometedores primeros pasos en investigación. Más de uno había creado su laboratorio desde cero, incluso fuera de España. Intuyo que algo habrán hecho (muy) bien los maestros que han moldeado a esta materia prima tan excepcional, pues esa ilusión por hacer ciencia no surge de la nada, menos en un país donde pierde incentivos constantemente (si es que alguna vez hubo suficientes).

También contamos con visitas desde dos centros de referencia: Guadalupe Osuna nos presentó el cordobés Centro Al-Mudarïs en compañía de Marianela, y Víctor Rodríguez, la Fundación Planeta Imaginario que dirige desde Barcelona. Ambos nos brindaron la oportunidad de conocer cómo trabajan en el terreno aplicado tratando a niños con dificultades de aprendizaje. En el apartado aplicado, además, Sara Valero y un servidor pusimos nuestro granito de arena, pero ya me extenderé sobre ello más adelante para recoger lo que pudo quedar en el tintero.

Para cerrar el acto, Andrés García, presidente de SAVECC, nos dedicó unas palabras que estimularon a seguir llevando a cabo iniciativas como ésta, en las que estudiantes y profesionales de diversa procedencia pero con intereses comunes compartan sus experiencias y puntos de vista.

El plano personal

Desde el punto de vista personal, uno se quedó prendado de lo que tuvo lugar ahí. Pese a la imagen que puedan tener algunos, hacer ciencia es un ejercicio de humildad en el que rendirse constantemente a la razón y la evidencia. Bien, pues la Alameda de Hércules rebosó de ésta, de gente ávida de críticas con las que mejorar su trabajo, lo cual les hace aún más grandes. En Sevilla respiré humildad, respiré pasión por la ciencia y, por qué no decirlo, respiré conductismo. Conductismo, sí. Una palabra injustamente proscrita desde algunos sectores empeñados en desentenderse del carácter científico de nuestra disciplina, y cuyas críticas son, a menudo, meras caricaturas sin fundamento.

Gracias por este día, un placer conoceros a todos. Nos volveremos a ver, seguro.

*(Imagen cortesía de Víctor E. Gil)

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